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Página: Álbum, El (Murcia). 9/2/1877, página 3.

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Texto	EL ÁLBUM. 43 dejar sucesores, tradiciones y por decirlo así ni vestigios, no basta atar el hilo de los acontecimientos de su historia, es preciso hallar también su organización política, 'esponer las causas de su grandeza y de su caida, y presentar á nuestra ad • miración reconocida esa elevada civilización, cuya influencia, única que la ha sobrevivido, se ha estendido por la Europa entera, i' Pero de mezquinos podria tachársenos y con justicia, si en punto do tanta ti'ascendencia como el propuesto nos contentásemos con esas ligeras indicaciones, cuando por otra parte contamos con abundantes materiales, con pruebas evidentes de la poderosa influencia que la brillante civilización árabe ejerció no solo sobre la nuestra, sino sobre la de muchas délas naciones de Europa. Desenterremos, pues, los blasones que patentizan su gloria de otra época; su sola exposición ha de ser la piaieba mas convincente que aducir podamos en p r o de la idea que defendemos. Nada hay en mi humilde sentido que influya tanto en la manera de ser de un pueblo, que mejor nos esplique ciertas tendencias é instituciones del mismo como su religión; he aquí porqué no quiero pasar mas adelante sin decir algo acerca do la de los árabes. El Coran y la Svuna ó tradición son las dos grandes fuentes de los dogmas y preceptos religiosos de los sectarios de la media luna. Encuéntrase en aquel proclamada, como principio fundamental, la unidad de Dios. No hay mas Dios que A lá y Malioma es su profeta, lo cual no deja de ser un verdadero progreso, puesto que viene á colocarle como punto intermedio entre la grosera idolatría que profesaban los árabes antes do Mahoma y la divina religión de Jesucristo. Admite también el Coran los Angeles aunque do una naturaleza en un todo opuesta á la do los nuestros, y se hallan también en él consignadas la inmortalidad del alma, la resuireccion y la existencia de premios y castigos en el Paraíso y el infierno. El orar cinco veces al dia y en horas determinadas, la frecuencia do la limosna, el ayuno durante el mes de Ramadan, la peregrinación á la Meca por lo menos una vez en la vida, la abstinencia de licores y de ciertas carnes, las abluciones al entrar en las mezquitas y la santificación del viernes; he aquí las principales obligaciones de los Musulmanes en punto á religión. Pero no es tan, solo el Coran código religioso de ese pueblo, sino que lo es también político, civil y militar, y en él encontramos notables disposiciones bajo cualquiera do dichos aspectos que se lo considere. Bajo el primor punto d e vista Mahoma no adelanta al Oriente; lo político y lo religioso se encuentran confundidos en una misma persona, merced al dogma de la encarnación de Dios en los Imanes; y como una consecuencia de esta organización el poder absoluto y la completa falta de garantías para la libertad, cn el orden civil, dada la o"ganizacion de la familia, no puede menos de reconocer como legítimos á los hijos nacidos de concubinas; manda d.ar alimentos á los parientes pobres y á los huéi-fanos; en la división de vuestros bienes entre vuestros hijos, Dios os manda, dice, dar á los varones doble ¡porción que d las hembras. Si no hay mas que licmbras y son ma.-< de dos, recibirán las dos terceras parles de la ]i.erencia; si hay solo una percibirá la mitad. Si el difunbi no deja mas que un hijo, sus parientes tomarán la serta parle. Si el difunto carece de sucesión y son herederos ms parientes, su madre tendrá la tercera parte di la herencia, y únicamente la sesta si aquel tiene hermanos, una vez satisfechos los legados y las deudas. Vosotros ignoráis quienes os son mas útiles, si vuestros padres ó vuestros hijos, y Dios, prudente y sabio, os ha dictado estas leyes. La mitad de los bienes de la mujer muerta sin sucesión pertenecen al marido, y únicamente la cuarta parte en caso de dejar hijos. Las mujeres tendrán la cuarta parte de la lierencia de los maridos muertos sin sucesión, y la oclavu si lian dejado hijos. Oti-as mil disposiciones pudiéramos citar, con particularidad referentes á sucesiones, tan dignas, como las citadas de entrar en el concierto general de las legislaciones europeas por la marcada tendencia que en ellas sc nota á armonizar las dos escuelas que desde tiempo inmemorial se disputan cl triunfo en cuestión de sucesiones: el sistema de las legítimas, y el de la libre disposición'de los lüenes. • No eircontramos al Coran tan elevado en su parte' penal; adoleciendo de los mismos defectos que las demás leyes penales anteriores á imestros tiempos, vemos en él aplicada con frecuencia la bárbara Ley del Talion. Pero donde verdaderamente se hace notable ol Coran és en su parte militar, porque siendo el primer código religioso que alentó las pasiones guerreras de los árabes, fué á no dudarlo una de las principales causas de los rápidos triunfos que aquel pueblo alcanzara. Todo buen musulmán en estado de tomar las armas está obligado de asistir á la guerra. MCombatid á los infieles hasta que no tengáis que temer y esté consolidado el culto, n uUua sola gota de sangre derramada en defensa de la Fé és mas acepta á Dios que cl ayuno de dos meses.n No en vano,pues, ha gido también llamado el Coran el libro de la espadi'. (Se continuará.) \|J. CALV(.». E L L U J O . La palabra lujo la oímos unos eon terrory otrosí con entusiasmo, no dándonos razón, por el momen--'
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