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Página: Ateneo Lorquino, El (Lorca). 8/3/1877, página 3.

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Texto	ATENEO LOUflüJlSQ 67. ner los primeros puestos en el régimen y administración del estado, si bien con alguna frecuencia ocasionó también el destierro y aun la muerte. Entre las primeras glorias de la elocuencia griega aparecen P¡sistrato y Pericles: en el uno recordando á los atenienses las glorias de su pais y las heroicas hazañas de sus antepasados, y en el otro pronunciando el elogio fúnebre de los guerreros muertos en defensa de la patria, se nota valentía en la expresión, vehemencia en el estilo y arranques fuertes y apasionados, caracteres distintivos del buen orador, y que constituyen, á no dudarlo, el verdadero sublime de la elocuencia: bástenos consignar que Pericles, apellidado El Orador Olímpico, era tan robusto y enérgico en el uso de la palabra que sus compatriotas decian que tronaba cuando hablaba, lanzando rayos como Júpiter. Era además tan conocedor del carácter veleidoso de \o$ atenienses y del espíritu que los animaba que, á pesar de la cruel y encarnizada guerra que sus enemigos le hicieron, consiguió eon la fascinadora magia y arrebatador encanto de su elocuencia ejercer el supremo mando de la república durante mucho tiempo; y á los gritos sagrados de gloria, libertad y patria lanzados por él, la Grecia entera se levantaba como un solo hombre para ayudar con sus hijos y con sus riquezas á salvar la independiencia helénica. Por ultimo, dio un impulso tan extraordinario á las ciencias y á la$ letras, y sobre todo ai arte de la Oratoria, que el siglo en que floreció esle varón insigne (el V antes de J. C.) se llamó por eso siglo de Pericles. o siglo de oro de la Hiera tura griega. Tampoco debemos olridar á Clistenes, que se atrevió á reformar la constitución dada por Solón, ni á Temislocles, el iluslr<i vencedor d»! Salamina. Este famoso capitán y eminente político fue al mismo tiempo tan elocuente orador que en Atenas se le veneraba hasta el punto de levantarse todos y saludarle con el mayor respeto cuando entraba en el teatro. Pero el pueblo ateniense se llenó al fin de baldón y de ignominia por haber desterrado á este libertador de su patria, el cual vino á morir entre )o§ mismos persas, á quienes habla derrotado en el combate nafvai ya referido. De esta época son también Cleon, Teranenes, Cricias y Alcibiades los que, versados en la práctica de los negocios y discusiones públicas, sobresalieron por la vehemencia, robuste? y nimia concisión de su estilo: del ultimo, educado por Pericles, irffiere Cornelio Nepote que nada podía resistir á La fíiersa de su palabra. Pero concluida la desastrosa guerra del Peloponeso, apareció la escuela de los sofistas, estimulados .sin duda por el gran prestigio que empezó á tener la elocuencia. Estos se vanagloriaban de enseñar á sus discípulos a hablar en favor y «n contra de cualquiera causa y á hacer discureos de todo género; y como para
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