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Página: Álbum, El (Murcia). 16/2/1877, página 7.

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Texto	EL ÁLBUM. 55 ciones y martiiioa que padecer; pero uo importa: la redención se hará. La verdad, triunfará del error; la libertad, de la tiranía; la concieucia, de los anatemas; fundándose, para siempre, la sociedad, sobre las inconmovibles bases de la razón y del derecho. Pero al sacarlo se achicharra el pico, , De entonces dolorida Llora sus ilusiones, Enseñando, oh lector, que en esta vida Es preciso vencer nuestras pasiones. G. FLORES. JUAN GARCÍA AL-DEGUER. D O L O R A . ¡ ¡ ¡ P O B R E A V E C I L L A ! ! ! NOCTURNO. A quien la voz de la razón no escucha, A l que arrastrar de la pasión se deja Y con ella no lucha. Mi voz hoy aconseja Con aqueste, ¡oh lector! trágico ejemplo. Era de noche; el solitario templo •Silencioso en la sombra se envolvía; Pálida, vacilante, Del claustro al fin, las góticas molduras Con débil resplandor iluminaba Una que de la bóveda pendía Lámpara solitaria agonizante Lo demás de la iglesia estaba á oscuras. En raudos giros el espacio hendía Melancólica y nítida lechuza. Buscando al hambre apetecible alivio Eu la mugrienta y olvidada alcuza O de la luz en el aceito tibio. Giraba en la penumbra, recelosa. Cual gira en torno á rosa purpurina. Pintada mariposa Encanto del vergel. ¡Oh qué deleite Soñaba la avecilla solitaria El aroma aspirando del aceite!... Pero el calor la arredra, Y la gula venciendo, una plegaria Murmura, la alba pluma acariciando. De la cornisa en la elevada piedra. D e allí mh-a anhelante lietorcerse la llama vacilante: Y a estinguirse del todo parecía Y el ave respiraba, Y soñando una orgia Impaciente sus alas entreabría. Pero otra vez la luz se reanimaba Y el pábilo maldito Nuevo fulgor lanzaba El temor de abrasarse la detiene..., ¿Vencerá la razón o el apetito? Indecisa vá y viene; Pero el hambre voraz la precipita Y abriendo al fin sus alas, Hiende el espacio hacia la luz maldita. En el verde licor mete el hocico, „ Cuadros de artistas de gran renombre, Da bronce y mármol bellas estatuas, Jarros do Sovres, grandes espejos, Sobres las mesas joyas de plata: Y allí escondida entre los muelles De una butaca. Una señora jijveu y hermosa, Qu3 un fino lienzo llena de lágrimas. Están sus ojos cual luz que espira. La blauca frente marchita y pálida, Y todo el lujo que la circunda, Diera la madre desconsolada, Por solo uu bsso del puro ángel Que hacia la gloria tendió sus alas. N o hay en la tierra dicha cumplida. No cura el oro males del alma. Lujosa estancia de uu opulento. Muebles de ébano con finas tablas, Cajas do hierro que los valores Fieles dcfieudeu de mano airada. Muchos criados con graulibrea. Casi temblando la puerta guardan, Que está el banquero como la fiera Que le arrebatan Toda la presa que á sus cachorros Les preparaba. Ciego de ira, desesperado Jura mil veces borrar la mfineha, Que infiel esposa, lanzó psrjura Sobre su honra, sobre au fama. No hay eu la tierra dicha cumplida No cura el oro males del alma. Sobre una losa de mármol negro Ducal corona se vé grabada, Y entre las cintas están escritos Todos los titules de que gozaba El personaje, que fué eu la vida Una lumbrera de nuestra patria. Circuye el túmulo verja de hierro, Ricas coronas se ven colgadas, Llora uua joven al noble padre, Y con sus lágrimas Riega las flores que ella ha sembrado. Sola en el mundo la millonaria. Entre suspiros, dice con pena, iiíNo cura el oro males del alma!ii Un crucifijo sobre una mesa Sencilla y pobre como la cama,
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