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Página: Ateneo Lorquino, El (Lorca). 23/2/1877, página 12.

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Texto	60. ATENEO LORQÜINO. «slá perpetuamente condenada en el camino de su perfeccionamiento; pero nunca de ellas podrá deducirse que la verdad y la justicia ho se abrirán camino, y ifue no brillará algún dia esplendoroso el sol de la ciencia eii las relaciones de los pueblos. En medio de los cataclismos sooi,(les de todas las épocas. que han cubierto de sangre y de ruinas la tierra: en medio del silbido de las flechas y de las balas y el estruendo de las armas y la metralla, que han llevado la desolación y el esterminio, sepultando en inmenso monte de escombros á países un dia florecientes, siempre ha brillado como el sol después de la tempestad la idea luminosa de las nacionalidades, el pensamiento característico la unidad. Por ella, pelearon los griegos en Maratón y Salamina: por ella, los romanos lucharon en Sicilia y e» la Galía Cisalpina contra el poder temible de Cartago; por ella derramó su sangre en Francia Juana de Arco, para librar á su patria del yugo de los iní;leses: ella sostuvo con encarnizamiento en la Edad media las continuadas luchas del pontificado y el imperio. Ante el altar sagrado de la nacionalidad y de la patria, se inmolaron' nuestros p^idres en Covadonga y en Granada, en Pavia y en Bailen, en Zaragoza y en Gerona. Animado de este característico pensamiento de unidad, atravesó el Bósíbro Alejandro; abrevó sus caballos en el Oxus y en el Indo, y soñó la unión de la Europa con el Asía en solemnes y permanentes nupcias, pretendiendo levantar sobre las ruinas de Persépolis en las inmensas llanuras de! Asía la capital de su nuevo imperio. Este mismo sentimiento de unidad llevó á Cesar á pasar el Rubioon; animó sn espíritu desde las Gallas hasta Munda y quizás bullía en su mente en el instante misino de caer herido por el puñal de Bruto ante la estatua de Pompeyo. Por e.^ta idea, después de la catástrofe inmensa que conmovió los cimientos de la Francia, brilló para Napoleón espíen loroso el sol de Austeriiz y de Marengo, y aun acarició sus sueños de gloria en la desierta roca de Sania Elena. Por esta idea, en fin, por esto espíritu de las nacioaalidades luchó por su independencia la virgen América: eila ha inspirado 'á los italianos en la laborioso formación de su unidad: ella ha sido, la consecuencia mas trascendental, del triunfo conseguido por Prusia en los últimos tiempos. Ahora bien; la idea de las nacionalidades y la tendencia progresiva de los pueblos hacia la unidad es el principio fondamental y primero, el mas absoluto y necesario del Derecho internacional. Y por mas que la historia nos presente tristísimas pruebas de los abusos de la fuerza con que tantas veces se ha entorpecido el cumplimiento de aquel derecho, no es posible desconocer la irrecusable evidencia que se desprende de b s hechos antes citados y que han surgido espontáneos y decisivos en me4lio de las pequeñas miserias y de los grandes cataclismos.
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