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Página: Diario de Cartagena (Cartagena). 8/7/1806, página 2.

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Texto	7^at timíento y los remordimientos , el recuerdo áe las vírtudesi y de la ternura de Yarico.habían cnc.rÍKlido nuevamente cí amor cn su corazón. ¿DócKle esvis , Ya,ríco? Y o ee he ¡menucio para siempre. ¡Tú! y mi'hij.-),.. pmás me Uamará padre-v... sino es ya para ljorrQri^afse'quiv.io le lugas saber qnán bárbara fué este paire. ¡Qué miserable soy! Lo que mas amo en cl iniindo no puede acordarse-de m í , sin. todos los transportes del odio de ía" desespetacioR ; y quando su laoientable v o z pronunciará rni nombre , participará dc su encrc- y mecimienco quanto se halle á"su rededor. . £1 desdichado Inkles viyió d e esta suerte un. aña etjtero. Una noche estaba reíoscado baxo un árbol , al resplandor de la luna , y cayéndole las lágríriias. Un Gefe de los esclavos le buscaba , y íe manda que le siga. Condúcele al Jardín del Gqbcnudor de la Isla. Inkles , le dice éste , tns r e m o r d i «íiencos-y. tu arrepcRtimienco hai^ aplacado al Cielo ; acaban de traerme los mas preciosos reg.alos para tu rescate. E s c ú chale Inkles lleno de tristeza : el dolor que ocupa su corazón su frente , impide la entrada á todo sentimiento de alegría. cOfli es eso? le pregunta .cl Gobernador; ¿r¡o tienes satisfacción alguna en cobrar la libertad? Señor, respondió Inkles con los ojo^ baxos ,, y bañados en lágriíms , ¿ cómo es posible que mi alnja dé entrada á la alegría y á la esperanza de obtener gracia del Cielo? ¡Desventurado de míf los continuos suspltos de una amante vendida , los lamentos d é una Uipceritfr criatura, ¿no sc rcprodi^en cada dia para ácusarnjc ? ;¡Yo , yo podria sentir aquel dulce alborozo de placer , yo que estoy devorado del horror que me inspiró á mí misma! ¿^Dónde he de hallar la felicidad? ¿Pero qué digo? ¿dónde he dc lullar el sosiego? ¿Puede acaso haberle par ipí?¡ Ahí dignaos. átKeí , Señar , pecnaitir que yo quede opúipido con cl castigo de aai delico. Dignaos permictr que queü de vuestro e^kvo. Calló Inicies , quando al punto se agita-» ron-las ram^ de algunos árboles que estaban, junto á é l , s^lió pr.ecipUadameote una persona : esta era Yarico scberbiabentc Ycscida con, un ropage guarnecido de pinteas de varioí colores^ trenzados con fiores sus cabellos, y con un niño en ^QS, brsuos. ¿Ahi nal Inkles \| exclamó elU sollozando, y a»«id(^
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